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¿Alguna vez has sentido ese momento exquisito de conexión con tu hijo/a en el juego? ¿Te has preguntado sobre el beneficio que existe al tener un espacio de juego mediado por padres/madres o adultos significativos?

Por María Jesús Parada @perplen_

El juego tiene unas particularidades esenciales para la vida. Existen datos contundentes acerca de la relación desarrollo y juego en los niños/as. En el juego se alcanza el goce, se aprende y se produce el desarrollo. No solo el ser humano juega, sino la gran mayoría de los animales. En el juego entendemos las reglas y el funcionamiento social y le damos la posibilidad a nuestro cerebro de ser más versátil y flexible, permitiéndonos crear infinitas formas e ideas.

Aunque ya lo he mencionado anteriormente, es sumamente relevante caer una y otra vez en la cuenta que el juego es o debiese ser la principal ocupación del niño/a. La actividad significativa que ocupa mayor espacio en su día a día y su desarrollo.

Pese a que sabemos todo esto, se ha observado que el tiempo que los niños y niñas dedican a jugar ha disminuido en las décadas recientes. (2022, Aldoney, Coo, Mira, Valdivia)

Es por esta razón que se me hace urgente y necesario escribir sobre esto.

Hay diferentes tipos de juegos: con reglas, sin reglas; con juguetes o sin juguetes; solo, en paralelo o en grupo; con pares, con hermanos, con adultos. También se han desarrollado clasificaciones en razón de la evolución y el desarrollo humano, es decir, cómo el juego va desde lo sensorial- sentir nuestro cuerpo, cuando somos guaguas- hasta lo cognitivo y lo abstracto, como sucede en un juego reglado.

Lo cierto es que casi todo lo aprendemos jugando, le debemos en parte nuestro desarrollo a las posibilidades de jugar. En este mismo sentido, mes a mes, en este espacio hablaremos de los diferentes tipos de juegos y cómo potenciarlos.

Hoy hablaremos de cuando los adultos entramos en juego con los/as niños/as, y de cómo este espacio se convierte en un juego mediado, es decir, un momento de comunicación, goce y aprendizaje junto a nuestros/as hijos/as. Si nos es posible subirnos al espacio imaginativo del juego y disfrutarlo, probablemente será este el lugar en que se produce un momento propicio de vínculo, conocimiento y desarrollo.

Muchas mamás y papás, me relatan que están cansados de jugar, algunos que no saben cómo hacerlo y otros que no les da tiempo o simplemente que no sienten motivación 

por generarlo.

Es por eso que aquí les dejo algunas propuestas para entusiasmarse y dejarse fluir. Aún cuando no hay una receta y hay tantas formas de juego como personas en el mundo, algunas de estas ideas pueden ir guiando el camino de conocerse a través del juego.

  1. Estar dispuesto/a: Es el primer paso para entrar en acción, poder decidir entrar en el juego, respirar profundo, y preguntarse cuánto tiempo se tiene para jugar. Por ejemplo: “Jugaré 15 minutos con mi hijo/a”, “Tengo un momento, intentaré jugar”, “Mamá juega conmigo; - Está bien, puedo jugar un ratito, 15 minutos”. Respiro profundo, me hago consciente de ese momento valioso al que estoy siendo invitado/a y voy.

Es importante recalcar que los niños y las niñas necesitan ir experimentando todo tipo de juegos, en solitario, con un hermano/a si es que lo tienen, con amigos del barrio. No es el fin estar todo el día jugando con mi hijo/a, sino más bien que, cuando vayamos a hacerlo, podamos disfrutarlo y sacarle el máximo partido al momento.

  1. Mirada/escucha activa: La mirada y escucha activa sucede justo antes de entrar en el juego y en todos los momentos que observo a mi hijo/a durante el día. A través de esta actitud de indagación, averiguo conscientemente qué cosas son las preferencias de mi hijo/a, a qué le gusta jugar, cuál es su estilo?, le gustan más las canciones o los diálogos?, le gusta jugar más con animales o reptiles?, disfruta más de cocinar o de leer? Por un lado, esta actitud nos ayuda a conocer y validar a nuestros hijos e hijas y por otro lado, nos hace entrar de manera coherente y “triunfante” a la acción. Entonces, cuando estoy ad portas de entrar en el juego, puedo observar: Qué está haciendo?, cómo?, qué podría hacer yo para engancharme de su juego?

Así, en el caso de una guagua de un año, podría ser esconder algo y hacerlo aparecer, tirar una pelota, etc. En cambio en una hija de 11 años, podría ser inventar una historia y dibujarla o en un niño de 5 jugar a que se trepe por mi cuerpo y luego salta. Hay tantos ejemplos como niños/as, sin embargo, el principio es el mismo, observo qué está haciendo y cómo para dar el siguiente paso.

  1. Involucrarse: Entrar en acción es siempre un espacio de negociación, él/ella me propone, yo acepto, él/ella acepta que yo haga un cambio y así se va dando un espacio de comunicación. Te sugiero intentar darle el mando en este espacio y desde ahí ir construyendo, que tu hijo/a sienta que es él/ella quien te invita y entonces tú eres una invitada o invitado en su casa. Desde ahí, déjate llevar. Es importante mencionar que esto no significa no poner límites de ser necesario -de esto hablaremos en una próxima columna-, me refiero a estar atentos de no volvernos expertos en dar instrucciones en el juego, sino ir dejando que ocurra el ida y vuelta, validar las ideas, involucrarnos en planes de los niños y niñas y acompañarles en esa exploración.

  1. Anticipar y cerrar el momento de participación en el juego: Dado que el tiempo de los adultos suele ir muy rápido y de que solemos tener nuestra vida planificada y el de los niños está en una banda del fluir y no tienen en su horizonte las planificaciones de los adultos, es muy importante para que se repitan una y otra vez momentos alegres de juego anticipar cuándo necesitemos salir del juego. “Pedro, está es la última carrera que voy a hacer, luego debo irme y tú puedes seguir jugando”, “Dale María, lo estás haciendo genial, último turno y yo vuelvo a mi trabajo”. Si podemos practicar este paso y nos vamos volviendo hábiles en eso, tendremos la posibilidad de estar más presentes, aunque no tengamos demasiado tiempo, puesto que los niños y niñas sabrán que tendrán un momento de calidad y se sentirán seguros de que aun cuando sea corto, volverá a pasar.

  1. La ayuda de un juguete como mediador de la relación: Finalmente tener algún juego u objeto puede ser útil como mediador de la actividad. En ese contexto, recomiendo juegos que puedan otorgar diversidad de posibilidades. Dentro de estos, mis favoritos son IMANIX, Rami y Toyi, que permiten poner la atención en algo de interés tanto para el/la niño/a y los padres, de manera que el juego fluye con mayor facilidad. Además, en específico, estos juegos pueden ser desde un binocular, hasta un tren de zoológico. Las posibilidades son infinitas y los niños y niñas casi siempre tienen muy buenas ideas para compartir y para que los adultos y adultas nos animemos a relajarnos y subirnos a su juego.
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EL JUEGO COMO UN ESPACIO PARA FORTALECER LOS VÍNCULOS

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