Por Soledad López de Lérida
Los niños dejaron de ir a sus colegios, de participar en actividades extraprogramáticas, redujeron o eliminaron las interacciones sociales con familiares, vecinos o conocidos, ya no pueden hacer uso de los espacios públicos como antes. Frente a este escenario, es esperable que las horas frente a las pantallas de los niños hayan aumentado, y no podemos culpar a los padres. De hecho, las pantallas han sido el medio para que los niños puedan continuar su educación formal, ver a sus compañeros, relacionarse con amigos y familiares, y también para entretenerse y distraerse.
Lo que se sabe de las pantallas es que la exposición prolongada no es beneficiosa, particularmente en etapas tan cruciales para el desarrollo neuronal. El cerebro de los niños es un hervidero cerebral, en que a cada minuto, en cada neurona se están produciendo cientos de miles de conexiones sinápticas (Cyrulnil, 2020). Con esta analogía presente, ya no podemos obviar la importancia de ofrecerle a los niños las interacciones, materiales y espacios que permitan que este hervidero se mantenga.
La Academia Americana de Pediatría sugiere que los niños menores de dos años no deben ser expuestos a las pantallas, los niños y niñas entre 2 y 5 sólo pueden hacerlo hasta un máximo de una hora al día con los padres presentes para seleccionar el contenido y mediar aquello que ven para su comprensión. De los 6 años para arriba recomiendan el equilibrio y el sentido común. Para ellos les dejamos algunas preguntas y sugerencias.
- ¿Qué está viendo? ¿Puede resultar dañino para su desarrollo? O por el contrario, ¿Qué podría ser un apoyo para sus aprendizajes? ¿Qué imágenes recibe y escucha, y qué acciones invita a realizar el programa?
Cuide la exposición a contenidos violentos, información que los atemorice o reducción a un sólo tipo de contenidos.
Si no están siendo supervisados por adultos en estos tiempos de pantalla, puede ser una buena idea contar con algunos controles parentales que permitan limitar tiempos y contenidos.
Piense que el mundo virtual es un mundo tan real como el físico, por lo que también pueden enfrentarse a temas complejos y peligros. ¿Los dejaría salir al centro de la ciudad sin enseñarles estrategias para cuidarse o le permitiría primero circular por lugares más seguros? La tecnología llegó para quedarse, por lo que es importante conversar y enseñar sobre sus beneficios y sus riesgos desde pequeños.
- ¿En qué nos ayuda la tecnología?
La tecnología nos permite estar conectados con otras personas que están distantes y nos ofrece información que nos permite potenciar nuestros aprendizajes. Ofrecer y mostrar a los niños qué actividades pueden realizar en las pantallas que favorezcan su desarrollo como programas, guías o canales, de lectura, matemáticas, ciencias y experimentos. Para los pequeños existen los audiolibros, excursiones a lugares y países que no sería posible conocer, programas de animales y ciencia. Que la tecnología sea nuestra aliada, no se trata de retirarla, sino de redirigirla.
- ¿Qué otras cosas pueden hacer? ¿qué otras alternativas ofrecemos?
Uno de los puntos más centrales, es que la tecnología penetra con más fuerza donde quedan espacios. Si un joven no es valorado en su entorno cercano, irá a buscar la aprobación en los likes de desconocidos en la red; si un escolar se siente aburrido porque siente que no puede hacer nada en su hogar, se enfrascará en juegos que le ofrezcan la adrenalina o lo evadan de los problemas que vive al interior de su familia; si un pequeño no cuenta con materiales para desarrollar sus habilidades se sentirá recompensado por las luces y sonidos de las pantallas.
Está bien que los niños sociabilicen, se entretengan y estimulen con la ayuda de la tecnología, pero que ella no reemplace los espacios de interacción física con personas y objetos.
¿En mi casa cuento con suficientes materiales para la estimulación? Por ejemplo, cuento con: bloques de construcción, Imanix, pinturas, disfraces, materiales de desecho, herramientas de construcción, juegos de mesa, música, instrumentos musicales, comics, libros de actividades y lectura, huerta, etc.
¿Me reservo tiempo para compartir con mis hijos? Es importante la calidad, pero también la cantidad. Disfruten del tiempo que ya pasan juntos como las comidas, traslados, baños y tiempos de irse a dormir. Piensen y hagan también ritos familiares en fechas o días especiales, como cumpleaños, los domingos o días de celebración. Diariamente reserve un tiempo especial para compartir o jugar en familia que sea libre de conflictos, en que predominen los afectos positivos. Genere también momentos de encuentro uno a uno, que fortalecen el vínculo y se puede profundizar en temas de interés o propios de la edad con cada uno de los hijos.
- ¿Se pone irritable cuando restrinjo el uso de las pantallas?
Lleguen a consensos o fijen los tiempos diarios con antelación, de manera que cada vez no sea una nueva pelea, sino que se recuerde la regla preestablecida.
Validen la emoción de su hijo, enviándole el mensaje que entiende su sentimiento, que sabe que le gustaría seguir jugando y asegúrenle que podrá volver a jugar al día siguiente. Tengan una oferta disponible de actividades entretenidas para cuando ya esté calmado (que será en unos pocos minutos).
La tecnología es un medio, una herramienta con la que van a vivir nuestros hijos y en la que los tenemos que educar. No culpes a la tecnología, pero toma tus resguardos. Esta herramienta puede potenciar sus habilidades, como también amplificar sus problemas, por ejemplo de concentración, sedentarismo, de sociabilización, etc.
Más importante que lo que le digas a tus hijos, es lo que ellos vean en ti. Deja la tecnología a un lado, y dedícales atención exclusiva sin distracción del celular. Jueguen mirándose a los ojos (que favorece la empatía) y construyan una actividad conjunta que despierte no sólo el sistema de recompensa en el cerebro (como las pantallas), sino que libere también oxitocina que es la hormona de las interacciones positivas. Entonces sí puedes buscar tu teléfono para tomarse una foto juntos como recuerdo de un buen momento.