El juego es una puerta de entrada al mundo interno de los niños. Pero ¿cómo interpretar el juego que juegan? ¿Cómo darnos cuenta de algo que le está pasando al niño y nos lo dice con el juego? ¿Cuando preocuparnos por algo que vemos (o no vemos) en el juego?
Lo primero es observar con paciencia y no adelantarse a sacar conclusiones. Mirar con calma a qué juegan los niños, a qué juegan cuando están solos, a qué juegan cuando están en grupos, qué se repite en los juegos.
Cuando el niño juega solo…
Lo primero y más importante es ver si el niño efectivamente juega cuando está solo. Y no estamos hablando si juega con el Tablet o celular, sino que, si es capaz de entretenerse, pintando, inventando juegos, usando juguetes, haciendo cosas físicas como jugar con una pelota en el patio, etc. Cuando un niño no juega (o únicamente juega con pantallas), estamos frente a un niño que no está desarrollando su mundo interno: su creatividad, sus pensamientos, emociones, ideas, están estancadas; por lo tanto, es importante intervenir, y estimular al niño a jugar.
Cuando el niño juega, pero sólo a cosas estructuradas tipo armar puzzles, construir figuras siguiendo instrucciones (ejemplos legos), calcar dibujos, entre otros. Esto está bien. Sin embargo, cuando el niño sólo sigue reglas para jugar, nos está mostrando que hay cierta inhibición de su mundo interno, receloso de mostrarlo. Esto puede ser por miles de razones (timidez, inseguridad, auto exigencia, etc.); por lo mismo, hay que incentivarlos a que muestre ese mundo interno. Por ejemplo: que, en vez de calcar un dibujo, haga uno de su propia creación.
Imapad y el Imagram como elementos de juego
Hay dos juegos que uso en mi trabajo con niños que me encantan, que son el Imapad y el Imagram. El Imapad es una pizarra magnética que al pasar un lápiz sobre ella van subiendo esferas metálicas para formar distintas figuras en 2D. Este juego viene con un manual de figuras para armar, el cual es muy útil para familiarizarse con el juego. Sin embargo, frente a un niño que sólo sigue reglas para jugar, hay que estimularlo para que cree su propia figura creada por sí mismo.
El otro es el Imagram, que son bloques magnéticos triangulares para construcción en 3D. Al igual que el Imapad, viene con tarjetas con instrucciones para armar figuras establecidas. Pero la idea es estimular al niño a que despliegue su imaginación y cree sus propias figuras, e incluso a que las mezcle y use con otros de sus juguetes.
El plasmar su mundo interno en el juego, le permite mostrar quién es, identificarse consigo mismo, con sus gustos, intereses, expresar sus emociones, le ofrece seguridad por sentirse creativo (tanto mejor cuando hay un adulto externo que elogia lo que hizo). Por lo mismo, como adultos debemos estimular que ese mundo interno de los niños aparezca.
Cuando el niño juega libremente: inventa juegos con o sin juguetes; dibuja cosas que imagina, no que copia; arma mundos; arma fortalezas o clubs; entre otros; estamos frente a un niño que sin temor muestra su mundo interno. Aquí hay que fijarnos más bien en los contenidos del juego: ¿las historias que inventa tienen finales felices o dramáticos? ¿Hay elementos o personajes amenazantes en los juegos o dibujos que hace? (por ejemplo, un monstruo que destruye todo a su paso). ¿Esas historias terminan bien o mal? ¿Tiene algún sentido el juego o es sólo de descarga? Muchas veces esos juegos hablan de cómo se está sintiendo el niño, y es información que puede ser muy útil para saber cómo está en términos emocionales.
Cuando el niño juega en grupo…
Es importante fijarnos a qué juega con los otros niños y cuál es el rol que ocupa en los juegos. ¿Es flexible o no? ¿Necesita mandar en el juego o puede ser mandado por los demás? ¿Es siempre sumiso o siempre dominante? ¿Se enoja mucho si pierde en un juego, o puede tolerarlo? Lo esperable y sano, es que haya cierta movilidad en estos roles, reacciones y posiciones que se ocupen al interactuar con otro. Cuando vemos que un niño siempre ocupa una misma posición, ya sea de dominante o dominado, o una misma reacción por ejemplo enojándose en exceso cada vez que pierde, más que quedarnos con el clásico “es que él/ella es así”, debemos preguntarnos por qué siempre repite el mismo rol o reacción. Probablemente algo de sí mismo se está fijando ahí. Lo ideal es que se pueda estar en los dos lados.
Los juguetes que mencioné antes (Imapad e Imagram) también pueden usarse en parejas o grupos, ya sea haciendo una figura en conjunto o haciendo figuras por turnos. Aquí deberemos fijarnos en cómo reacciona el niño frente al otro: respeta turnos o no, crítica lo que hace el otro o lo deja hacer, es capaz de trabajar en conjunto o se vuelve muy dominante al hacerlo.
En qué debemos fijarnos:
- En la diversidad de historias
- En la diversidad de roles
- Si los juegos son distintos o en si son siempre iguales
- Si los contenidos del juego están muy cargados de significaciones negativas (muertes, fracasos, tragedias, etc.)
- El niño evita jugar en grupo porque no lo disfruta
Cuando se empiezan a repetir ciertos patrones de juegos, ya sea solo o con otros, es cuando hay que empezar a mirar. Una buena alternativa siempre es chequear con el/la profesor/a del jardín o colegio: cómo ve al niño, cómo se relaciona con los compañeros, etc. La mirada de alguien externo que ve al niño regularmente en otro ambiente, puede contribuir a complementar la visión que tengamos sobre el mismo.
El que un mundo interno sea diverso, plástico, rico en contenidos, influirá en el desarrollo psíquico de tu hijo, y le ayudará a desarrollar habilidades como la creatividad, la astucia, la flexibilidad. Que un niño juegue un juego plástico, de distintos roles y diverso cuando está en grupo, le potenciará habilidades sociales, tales como la empatía y la adaptabilidad.
Detectar estas recurrencias en los juegos, nos ayuda a conocer mejor al niño y a ir descubriendo de a poco, sus características de personalidad.
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Javiera García-Huidobro - Psicóloga Infanto Juvenil