Por María Jesús Parada
Nuestro cerebro es capaz de procesar infinita información por segundo. Cuando hablamos de información, no solo me refiero a los pensamientos e ideas. Si no a TODO.
Nuestro cerebro está, en este mismo instante, procesando la temperatura que hay fuera y dentro del cuerpo, en las partes cubiertas por la ropa y en las partes descubiertas; está procesando los sonidos lejanos y cercanos, procesa también los olores que hay, la diferente gama de luz que entra por nuestros ojos; la posición de nuestro cuerpo, la sensación de movimiento, el sabor de la taza de café que estoy tomando mientras escribo. Todo en fracción de segundos. A este proceso se le denomina Integración Sensorial, que es, para Jean Ayres, quien acuñó este concepto, -el proceso por el cual nuestro cerebro recibe, organiza e interpreta la información, de manera que podamos tener comportamientos adaptativos-.
La información para la Teoría de la integración sensorial viene de 7 sentidos, ¡sí! 7. El olfato, el gusto, la visión, la audición, el tacto, el sistema vestibular, que es el que nos permite registrar el movimiento y el sistema propioceptivo, que es el que nos permite saber en qué lugar está cada parte de mi cuerpo sin tener que mirarlo. Algunas teorías hablan de un octavo sistema, el sistema interoceptivo que nos da cuenta de la información que viene del interior de nuestro cuerpo. Para que una persona se desarrolle de manera armónica es necesario que su procesamiento sensorial sea capaz de organizar y jerarquizar toda la información.
Lo más impresionante e importante es que este proceso neurológico es subcortical, esto quiere decir que no pasa por nuestro raciocinio, es decir pasa, antes que podamos controlarlo. Es un proceso tan rápido que pasa en una fracción de segundos. Si estuviéramos en alerta de todos los estímulos que mencione, y estuviéramos a “cargo” de controlar este proceso, no podríamos funcionar, es por esto que nuestro cuerpo con todo su potencial genera este potente momento continuo de procesamiento sensorial.
Por ejemplo, cuando vamos a jugar tenis, nuestro cerebro es capaz de procesar información para que mi mano se amolde a la raqueta, mi cuerpo se posicione para recibir la pelota. También que mi cuerpo esté firme para no caerse y calibrar el peso de la pelota para poder mover la raqueta sin problemas. Todo eso en una fracción de segundos y sin la necesidad de pensarlo. Lo mismo pasa cuando pinto, juego a la pelota, escalo y como.
Lo segundo que nunca deja de asombrarme de este proceso es la capacidad de memoria corporal que tenemos. Es lo que los terapeutas ocupacionales llamamos feedfoward y feedback. Es decir, nuestro cuerpo tiene la capacidad de integrar y procesar información de tal manera que se anticipa a situaciones y corrige o ajusta sus errores.
Por ejemplo, cuando vamos a levantar una maleta grande, probablemente nuestro cuerpo procesa esta información y ejecuta la acción con fuerza, porque puede leer que en esa escena necesitará fuerza para sostener la maleta. Pero, ¿y si la maleta está vacía?, una persona con un procesamiento sensorial típico, sería capaz de rápidamente ajustar la intensidad de la fuerza y cumplir con la tarea de llevar la maleta hasta donde se le ha pedido.
Así mismo cuando jugamos tenis, nuestro cuerpo es capaz de anticipar hacia donde se nos ha lanzado la pelota y llevar la raqueta en el momento preciso para pegarle a la pelota.
Cuando nuestro procesamiento es capaz de organizar e interpretar la información que llega a nuestro cerebro, entonces es capaz de llevar a cabo el proceso de idear, planificar y ejecutar un plan, que es lo que los y las terapeutas ocupacionales llamamos praxias. Esto nos ocurre todo el tiempo, por ejemplo cuando queremos ponernos de pie desde una silla, necesitamos tener la idea, nuestro cerebro ordena los pasos y luego ejecuta la acción. También ocurre en planes más complejos como organizar un evento, donde se producen muchas ideas pequeñas que a su vez tienen sub planificaciones y sub ejecuciones para llegar a la gran acción.
El proceso de integración sensorial y praxis, comienza en la etapa de gestación y se desarrolla a lo largo de toda la vida, siendo los primeros siete años, los de mayor desarrollo y aprendizaje.
Al jugar casi cualquier juego se combinan todos o casi todos los sistemas sensoriales, poniéndose en juego nuestro procesamiento sensorial para dar como respuesta lo que necesitamos. Esta es la base de cualquier aprendizaje. Para aprender necesitamos procesar toda la información, para así conocernos y conocer el mundo que nos rodea.